Veo que, del artículo anterior, surgen preguntas respecto a lo
que significa “equilibrar” los centros de control y cristalizar su
“funcionamiento”, para que, según terminología de las enseñanzas de Gurdjieff, y
otros autores gnósticos/metafísicos/esotéricos, consigamos convertirnos en
personas equilibradas a nivel instintivo, emocional y mental, armonizando y
balanceando, precisamente, los centros instintivos, emocional e intelectual que
todos poseemos.
Repaso a los centros de control
Sobre los centros de control del ser humano ya
había hablado anteriormente en otros artículos, como recordatorio, los
centros de control son los que permiten al cerebro gestionar el cuerpo que
usamos, y son: el centro instintivo (situado en la parte inferior de la espina
dorsal y asociado a cerebro reptílico o complejo-R), el centro sexual (de dónde
sale la energía para nutrir toda la programación mental, y sobretodo, los
implantes etéricos que nos insertan, pero de eso ya hablaré en algún otro
momento), el centro emocional (en el plexo solar y en los centros específicos
nerviosos del gran simpático, y asociado al sistema límbico), el centro mental
(en el cerebro, asociado al neo-córtex), el centro espiritual (normalmente
ubicado por diferentes autores en el corazón), y el centro motor (ubicado en la
parte superior de la espina dorsal y en la laringe). Los centros emocional,
intelectual y espiritual se dividen en dos, teniendo todos uno inferior y otro
superior.
El centro instintivo se ocupa del funcionamiento interno del
cuerpo, y permite que nuestro vehículo físico funcione de forma automática, sin
tener que hacer nada para respirar o para que circule la sangre. El centro motor
hace lo mismo, lleva a cabo de forma automática las funciones motrices del
cuerpo, para poder andar sin preocuparnos de tener que mover los músculos, o
para poder hacer acciones repetitivas y mecánicas sin pensar que pasos tenemos
que ejecutar en cada instante (por ejemplo, para conducir). Gracias a estos dos
centros, prácticamente todo lo que nos mantiene vivos se hace sin que nosotros
nos demos cuenta. Por otro lado, el centro emocional, evidentemente, es el
encargado de gestionar las emociones y sentimientos, procesar los estímulos y
reaccionar a ellos cuando es necesario. El centro intelectual es el que razona,
piensa, gestiona la memoria, ordena la información, toma decisiones al respecto,
etc. Finalmente el centro espiritual es el responsable de la evolución
consciente de la persona, de su conciencia, dentro del cuerpo físico usado.
Puesto que hay pequeñas diferencias entre autores respecto a
detalles de su localización y funcionamiento, el esquema siguiente es uno de los
más usados como ejemplo para explicarlos, y si leéis o buscáis por la red más
información al respecto, y veis algunos cambios, tomadlo como una guía genérica
y como parte de las discrepancias que existen en diferentes escuelas sobre los
detalles de la composición del ser humano en estos aspectos:
Estado normal de los centros de control
En la mayoría de nosotros, los centros de control de nuestro
cuerpo se encuentran generalmente desequilibrados, ya que la casi totalidad de
las personas desconocen su existencia como tal, y su funcionamiento.
Normalmente, el centro instintivo como productor de energía abastece a todos los
centros inferiores, y los excedentes de la misma son depositados en el centro
sexual. Este trabajo se hace durante la noche cuando el cuerpo físico descansa,
y así, entre otras cosas, vamos recuperando fuerzas para acometer los quehaceres
del día siguiente. Cuando nos levantamos, normalmente, la mayoría, en un proceso
normal de descanso nocturno, nos encontramos con las baterías llenas, y a partir
de aquí, empezamos a gastar energía cada vez que usamos un centro de los
anteriores en cualquiera de las funciones diarias que ejecutamos.
Cada uno de nuestros pensamientos va gastando la energía del
centro intelectual, hasta agotar su carga inicial, que cuando se disipa
totalmente, la recarga con la energía del centro sexual para poder seguir
funcionando. Cada una de nuestras palabras y cada uno de nuestros movimientos
van gastando la energía del centro motor, y de igual forma, cuando sus reservas
energéticas se agotan, éste tiene que recoger la energía al centro sexual
también para poder seguir trabajando. La gestión de los estímulos asociados a
cada una de nuestras emociones usan energía del centro emocional inferior, y a
su vez éste va recargándose desde el centro sexual.
Los centros de control, y en general el ser humano, se recargan
de tres formas, con lo que comemos
y bebemos (Carbono), con lo que respiramos (Oxígeno), y con la energía del
entorno (Nitrógeno). Aquí tenéis una pequeña conferencia al
respecto hablando del tema para los que queráis entrar en profundidad en el
mismo. Al ir recargando los diferentes acumuladores de energía presentes en el
cuerpo (los tantiens, hornos o calderos, llamados en taoísmo, entre ellos),
vamos pudiendo mantener en funcionamiento el cuerpo que usamos, y, si hay
energía sobrante, usarla para crecer, avanzar, evolucionar y transformarnos como
seres humanos.
Equilibrando los centros
En general, el problema es que nunca hay energía de más.
Recordad que el mundo está hecho para que nunca tengamos energía suficiente para
nosotros mismos, y que la energía que consumimos tenga una calidad pésima
(comida de baja calidad, aire contaminado, impresiones y entornos energéticos
negativos), de forma que el consejo de ahorrar energía es aun más importante
cuando piensas que, por mucho que te esfuerces, en el mundo occidental, todos
sobrevivimos energéticamente, ya que no llegamos a absorber más que la dosis
diaria de combustible que necesitamos para existir otro día más. Si no ahorras
algo de lo que obtienes, no se puede dar el paso a vivir y desarrollarse.
Así, si no hay energía de más, y la que tenemos la
desperdiciamos en un uso irracional y poco lógico de los centros de control,
estos tampoco nunca llegan a equilibrarse, lo que produce que nunca salgamos del
bucle de ser personas puramente instintivas, emocionales o mentales, sin llegar
a ser personas balanceadas y armonizadas en los tres aspectos (el hombre número
4 del que hablamos en el anterior artículo).
Así que la forma de ahorrar energía y balancear cada uno de los
centros de control pasa por la observación de los mismos en los siguientes
aspectos:
Para cada pensamiento: ¿es un pensamiento de un Yo
artificial? ¿es un pensamiento útil? ¿es “basura” mental? ¿es un pensamiento de
“ruido interior” que no sirve a ningún propósito?
Para cada emoción: ¿es una emoción sana? ¿es una emoción
positiva? ¿es una emoción automática y reactiva?
Para cada acción: ¿es una acción mecánica y autómata? ¿soy
consciente de lo que estoy haciendo? ¿tiene sentido lo que estoy haciendo?
¿porqué lo estoy haciendo? ¿quien dirige lo que estoy haciendo?
Para cada cosa que decimos: ¿qué estamos diciendo? ¿estoy
diciendo algo que quiero decir de verdad? ¿estoy hablando por hablar? ¿estoy
gastando energía con mis palabras que no quiero gastar? ¿estoy diciendo lo que
pienso y siento?
Si iniciamos esta estrategia de auto observación veremos que
son muy pocas las cosas que hacemos, decimos, sentimos y pensamos que realmente
vale la pena pensar, sentir, hacer o decir, ya que, en la mayoría de los casos,
nos daremos cuenta que no hacemos sino cosas de forma automática sin ser
conscientes de ellas, y sin preguntarnos si contribuyen en algo positivo para
nosotros o para el prójimo. Es todo un “shock” darte cuenta, que en la mayoría
de ocasiones no pensamos en nada útil, que no sentimos nada bueno, que estamos
haciendo lo que no quisiéramos estar haciendo y de que hablamos por los codos.
Conclusión: despilfarro energético, y otro día que pasamos sin desarrollar ni un
ápice el equilibrio de los centros de control y nuestro sistema energético.
Impecabilidad
Cuando decía Castaneda, “se impecable”, en parte, se refería a
esto. Hay que ahorrar energía, y cuando se hace, esta automáticamente es usada
por los procesos alquímicos internos del cuerpo para despertar el resto de
funciones y potenciales que tenemos. Ya no solo se trata de que nos abastezcamos
con mejores energías con octanajes más elevados en la triada de elementos que
nos nutren, sino que, de lo que entra, que no se desperdicie nada.
un abrazo,
David Topí
Si quieres profundizar en estos temas, mira la página de libros publicados. Y puedes consultar aquí la Agenda de los próximos cursos, talleres y actividades
David Topí
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