martes, 25 de junio de 2013

EL ÉTER Y LOS LÍMITES DE LA MECÁNICA CUÁNTICA

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Texto del Físico Artur Sala: www.artursala.wordpress.com

Des de los tiempos inmemorables, se ha especulado con la posibilidad de que un fluido energético llenara todo el universo. Los antiguos lo llamaba el éter. Las escuelas pitagóricas y posteriormente Platón, lo consideraban el quinto elemento después de tierra, aire, agua y fuego, haciendo un paralelismo con los cinco cuerpo geométricos perfectos. Tal sólido, era el más sagrado de todos, aquel que daba forma y energía a los otros.
Las medicinas orientales buscan principalmente la sanación a través de la movilización de la energía etérica, conectada en el cuerpo a través de los nadis, y concentrada en ciertos puntos llamados Chackras. La ciencia alopática occidental asegura que la premisa es falsa porque tal energía “nunca ha sido medible”. Y de allí, empieza una seria diatriba que será tema para más adelante. Si insistiré (porque ya lo he dicho) en que casi todo viene a ser exactamente lo mismo. Y la razón que diga esto, es porque SI ha sido medida, y no precisamente de pocas formas y maneras.


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Esta será una entrada necesaria a la que siguientes y anteriores harán referencia continua. Se trata de un tema fundamental e imprescindible para entender y sobretodo comprender (verbos que no significan lo mismo y a menudo se confunden), el funcionamiento del Universo. Vamos a estudiar en este post la pregunta fundamental de la que debería de partir la ciencia y no hace, y sí, la mística; que es el vacío y que propiedades tiene.

EL NACIMIENTO DEL ELECTROMAGNETISMO.

A finales del siglo XVIII, una vez que se había determinado las propiedades físicas básicas de la materia (sólido, líquido y gas) y las leyes de conservación de la misma por parte de Lavoisier, y ante el hecho de que la transmisión del calor de la Tierra al Sol ya se sabía que no podía deberse a corrientes de convección o conducción que necesariamente necesitan de materia para poder transmitirse, los primeros científicos empezaron a lanzar conjeturas sobre que tipo “de medio no material” podía ser el responsable de la transmisión, una vez se sabía que en el espacio necesariamente no podía estar formado por materia.

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Como vimos en el post sobre el descubrimiento de la electricidad fría, James Clark Maxwell había previsto la existencia de unas ondas responsables de transmitir la electricidad, y que gracias a Nikola Tesla sabemos que tienen dos componentes, la electromagnética, transversal o entrópica, y la escalar, longitudinal o negentrópica (esta última como vimos, negada por la heterodoxia científica). El descubrimiento de las ondas electromagneticas por Herz en 1888, y el hecho de que se descubriera que la luz era un tipo de radiación electromagnética de muy alta frecuencia solucionó la duda; el calor se transmitía por ondas electromagnéticas en el vacío a través del espacio.

Así que se especuló que podría existir un éter material que actuara como soporte para tales ondas en el espacio. Con esta premisa, se realizó en 1890 el experimento de Michelson-Morley.

LA PREMISA ERRÓNEA DEL EXPERIMENTO MICHELSON-MORLEY.

El experimento tal y como podemos ver en el gráfico adjunto, consistía en emitir luz sobre un cristal semiopaco que dividía la luz en dos haces que se reflejaban en un cristal, retrocedían, creando con ello unos patrones de interferencia.

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Se postulaba, que si se medía la velocidad de la luz en el sentido del giro de la Tierra es decir de este a oeste, la velocidad de rotación debía sumarse a la velocidad de la luz (c + v), al revés en sentido contrario oeste a este (c – v), e igual en sentido transversal. Sin embargo, lo que se observó dejó a los científicos perplejos; la velocidad de la luz medida era siempre la misma y no dependía para nada de la velocidad relativa del medio. En otras palabras, era constante.

Se comprobaba experimentalmente que estas ondas recientemente descubiertas, tenían unas propiedades que planteaban un problema irresoluble para la mecánica newtoniana, que Einstein solucionó con el segundo postulado de la teoría de la relatividad, cuando efectivamente comprobó que la velocidad de la luz no cambia y es constante con independencia de la velocidad relativa del observador. Por tanto, el origen de la relatividad, lo debemos situar en el electromagnetismo. Este hecho significó una revolución científica sin precedentes, aunque en verdad solo se trate, de un pequeño avance en el conocimiento del universo (como veremos más adelante). El concepto mismo de “velocidad de la luz” puede de por si ya inducir al error, ya que esta se refiere a la velocidad de propagación de cualquier onda electromagnética, con independencia de su frecuencia. Es decir, las ondas de radio comúnmente llamadas herzianas, se propagan a la misma velocidad que la luz. Esto no era comparable con las ondas mecánicas convencionales transversales o longitudinales poco importa, cuyas velocidades se sumaban con respecto a un observador estático, y no constantes para el observador como si lo eran las electromagnéticas.

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A la vista de estos resultados, los científicos concluyeron que no existía un éter, al no haber detectado un movimiento relativo con respecto a esta supuesta substancia intangible. Esta conclusión es tan arriesgada como equivocada, y forma parte de los muchos dogmas en los que se basa la ciencia. Lo que quiero decir, es que el hecho sorprendente o no de que la velocidad de la luz sea constante solo quiere decir eso, que es constante. Relacionar eso con el éter es una quimera (o un absurdo según como se mire). Y hay mas. Estamos haciendo dos suposiciones infundadas muy importantes;

La primera y más importante, es pensar que el éter es estático y no dinámico.
La segunda, es pensar que el éter es material y no energético.
Veremos cuando veamos Reich, como este demostró que tales corrientes etéricas se mueven, crean flujos, pueden ser detectadas con nuevos y modernos interferómetros, y la relación que tienen estas con el gran e irresoluble problema de la cosmología; la energía oscura. Por que en un universo donde todo, absolutamente todo se mueve, considerar el éter como un fluido estático, se trata de un error supino.


MECÁNICA CUÁNTICA Y EFECTO FOTOELÉCTRICO.

La mecánica cuántica nació a partir de dos experimentos claves, uno de ellos y del que voy a hablar, fue el descubrimiento del efecto fotoeléctrico, por el que Albert Einstein fue condecorado con el Premio Nobel de Física en 1921.

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Al bombardear con fotones una placa de un determinado material, se descubrió que se emitían electrones solamente a partir de una determinada frecuencia y que estos, salían más deprisa conforme más alta era la frecuencia de la radiación con la que se irradiaba a la placa. Es decir que por mas cantidad de fotones se emitiera, si esta no superaba un cierto límite de frecuencia y por tanto de energía, no había emisión de electrón alguno.

Se concluyó que la energía de un fotón era proporcional NO A SU AMPLITUD (como cualquier onda transversal mecánica) sino a su frecuencia, de manera que cuando más alta era la misma, más energía tenía el fotón. Esto se podía explicar si los estados energéticos de los electrones del material estaban cuantificados. Es como si estuvieran en un pozo de 5 metros de profundidad, por más energía que gastara en dar saltos de 4 metros y medio (fotones incidentes), ni una sola vez conseguiría escapar del mismo. Esto y solo esto, es lo que pretende decir la palabra cuántica; los estados energéticos no pueden ser cualquiera, sino unos muy concretos que responden a un espectro de emisión. Es decir, la materia emite a unas frecuencias concretas.

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Pero si necesitamos ver un electrón, lo primero que necesitamos es iluminarlo (con fotones por tanto) y medir la energía de estos fotones de vuelta. El problema, es que si envío fotones de alta energía (y por tanto alta frecuencia) mediré con gran precisión la posición del electrón más no su velocidad, y viceversa. Esto nos llevaba a pensar, de que necesariamente no se podía conocer con absoluta precisión y simultáneamente la posición y la velocidad de un electrón, propiedad conocida como el principio de incertidumbre de Heisenberg. Por tanto, por el mero hecho de que la materia es discreta (átomos) y que se necesita de otras partículas también discretas (fotones) para detectarla, necesariamente se deduce primero que la observación implica modificar las características del sistema, y dos, que tendremos irreversiblemente una aureola de posibilidad de error. Una incertidumbre, un error inevitable en otras palabras.

Para encontrar los estados energéticos cuantificados, se utiliza la ecuación de Schödinger.

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En el gráfico siguiente podemos ver los diferentes niveles cuantificados de energía de nuestro sistema piedra-pozo que salen de la resolución de la ecuación de Schödinger, si tal sistema fuera un electrón atrapado por un campo en forma “de pozo”.

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Como vemos, estas son unas energías concretas, un espectro, de manera que el electrón no puede tomar el valor que quiera. El problema de esta ecuación y que los físicos nunca consideran debidamente, es que solo tiene solución para un sistema extremadamente simple como pueda ser un átomo de helio. Más allá de eso, la ciencia necesita recorrer a la espectrometría para encontrar el espectro de emisión de una substancia por más simple que esta sea. Por tanto, las medidas energeticas de los diferentes orbitales de cualquier substancia o elemento por simple que sea, no se pueden determinar analíticamente (usando esta ecuación), sino empíricamente. Retengan este importante dato para cuando hablemos de Rupert Sheldrake y su hipótesis de los campos morfogenéticos.

Y hay más; con las pocas soluciones que se dispone de la ecuación de Schödinger que son el pozo de potencial y el oscilador armónico, se pretende explicar usando una complejísima jerga matemática llamada electrodinámica cuántica las propiedades del vacío, concibiendo el espacio no como un continuo sino como un discreto. Físicos como Stephen Hawkings pretenden hacernos creer que la mínima unidad cuantificada de espacio-tiempo se comporta como un oscilador armónico, pero no por que lo crean, sino porque es de las pocas cosas que matemáticamente se pueden “lidiar”. También hay otro dato importante. Como podemos ver en la ecuación de Schödinger, la física se escribe en números complejos, aquellos que cumplen que su cuadrado es un número negativo. Tales números no existen en la realidad, pero usados, aparentemente simplifican mucho los cálculos. Por ejemplo, en teoría de circuitos se suele usar un número complejo para englobar la reactiva y la inductiva de un circuito en una única expresión definida por el principio de Kirchhoff . Sin embargo como hemos visto y sobretodo como veremos, esta aproximación es errónea y no describe con precisión el fenómeno eléctrico. Por ahora y para más información, recomiendo esta entrada blog del ingeniero Juan Ortigosa García, cuya empresa vende un producto comercial que demuestra que las leyes del electromagnetismo son erróneas.

UN MERO “DETALLE”, LA ENERGÍA DE PUNTO CERO.

Volvamos a nuestro sistema piedra-pozo. La naturaleza siempre tiende al estado de mínima energía, y por tanto en un sistema así, la piedra residiría en el fondo del pozo. Sin embargo, podemos ver en el gráfico que el primer nivel energético a diferencia de la piedra, es diferente de cero. Y lo mismo pasa con cualquier sistema cuántico, el primer nivel de energía es siempre diferente de cero. Este hecho del que no nos extenderemos, es necesario para poder explicar por ejemplo como funciona el láser, ya que el primer fotón que se emite se debe por lo que se llama emisión espontánea, que no es otra cosa que una energía emitida por acoplamiento con el vacío cuántico (es decir, con el éter).

Otro interesante efecto es el conocido por efecto Casimir, por el que su descubridor no tomó en excesiva consideración en su momento. Se trata de la atracción que se produce entre dos placas muy juntas por efecto de la formación de una onda estacionaria en el interior, una energía que aunque prácticamente insignificante, debe necesariamente provenir del vacío.

La física insiste en que los fenómenos de energía de punto cero como el efecto Casimir no pueden constituir en modo alguno una fuente observable de emisión de dosis importantes de energía, y los califica de propiedades meramente anecdóticas.

Para muestra, este artículo, y para muestra de lo contrario, este otro. Pues bien, hay que decirlo alto y claro; están completamente equivocados.

¿Qué puede ser el ETER?

Como diría Thomas Henry Moray, un mar de energía en el que flotamos (así se titula su libro). Sin embargo, no lo notamos. ¿ Por qué? Bueno, ¿ Es que acaso notamos la presión atmosférica? Tampoco los peces en el fondo del mar notan la presión. Pero si miles de manos me tiran con la misma fuerza en todas y cada una de las direcciones del espacio, el resultado es que no me muevo. Sin embargo, la fuerza de sus manos está allí.

Mi opinión, es que la energía etérica es un mar de energía que habita en una dimensión superior, la cuarta. Pero para nosotros pobres seres humanos habitantes de la tercera, necesitamos provocar el universo para que todas estas fuerzas se anulen en una determinada dirección del espacio. Una forma de verlo es con el experimento Casimir, forzando el universo a que las energías etéricas que fluyen de izquierda a derecha se manifiesten menos que las que fluyen de arriba a abajo. He aquí una anisotropía, algo que rompe u ordena la simetría del espacio, y conseguir eso, es algo muy difícil.

La vida parece poner en jaque nuestra concepción de la energía. Nuestro cuerpo es capaz de mantener una temperatura constante de 37 grados, generar un billón de células cada día, mantener una homeostasis perfecta, bombear un montón de litros de sangre… Y eso, que podemos aguantar hasta 40 días sin comer. Entonces, ¿ de donde proviene tal cantidad de energía? ¿ De la simple combustión interna de los alimentos que ingerimos? ¿ Del complejo ciclo de Krebs o del A.T.P?

Un simple balance energético nos hace ver que esto, no puede ser así, porque la vida no se puede explicar con nuestras limitadas leyes del electromagnetismo y la bioquímica convencionales. Esa es la triste realidad que la ciencia no quiere aceptar, porque vive atrapada en sus dogmas. Y es en la concepción de la “energía propia de la vida”, donde esto se ve más claro. Por ejemplo, hay cada vez más personas que claman vivir sin necesidad de ingerir alimento alguno. La polémica película “Vivir de la luz” nos hablaba de esto, entrevistando a famosos “respiracionistas” como Jasmuheen. Insisto, no es que los ciclos energéticos del cuerpo no sean ciertos, es que simplemente no pueden explicar tales cantidades de energía y menos aun, las particularidades que tiene la vida.

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Por tanto, todo parece indicar que la idea proveniente de la medicina tradicional ayurvédica de que los seres vivos se alimentan de una energía vital llamada “prana”, y que por tanto, solo una parte procede del alimento, adquiere todo el sentido.

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Según Tom Bearden, y por unos cálculos que mejor ahora no entremos, la cantidad de energía de punto cero presente en un cubo de 1 cm3 es de 10127 Joulios /cm3, lo cual es 60 órdenes de magnitud mayor que toda la energía de todas las estrellas y galaxias juntas del universo. Una fuente inagotable sin duda. ¿ Puede ser la vida una máquina inteligente capaz de extraer energía de punto cero?

Los escépticos estarán con las espadas en todo lo alto por la violación de la famosa segundo principio (que no ley!!!) de la termodinámica. Esto, dará tema para un post y muy probablemente, para algunos más. Pero no… nada de esto por sorprendente que parezca, viola tal principio. La energía está allí fuera; la única cosa que hay que hacer, es encontrar la forma de extraerla.
http://www.davidparcerisapuig.com.ar/

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LAQUINTACOLUMNA