Se supone que Washington es sinónimo de
presupuestos recortados y cinturones apretados, sin embargo, el Departamento de
Defensa requirió más de 1.000 millones de dólares para comprar rocas. Más
específicamente, para comprar tierras raras y otros minerales cruciales para la
Industria de Defensa de EE.UU., cuyo suministro está actualmente a merced de
China y su oscuro sistema político.
Japón, por ejemplo, estaba hambriento de tierras
raras durante la disputa marítima con China en 2010. Estados Unidos quiere
cubrirse de riesgos, dadas las consecuencias perjudiciales que una restricción
abrupta podría implicar.
El Departamento de Defensa de EE.UU. advirtió
hace años el casi monopolio de China en la producción mundial de metales de
tierras raras, pero el informe actual, entregado al comité de Servicios Armados
en marzo de este año, describe el riesgo en términos estrictos, y bosqueja una
serie de escenarios.
Uno de los escenarios tiene a China embargando
exportaciones de algunos elementos de tierras raras, y señala que actualmente
EE.UU. estaría con las manos atadas.
Almacenar algunos de los elementos cruciales es
uno de los remedios propuestos para el control de China. Es una idea que se
escucha muy raramente desde los últimos años de la Guerra Fría, dado el
crecimiento del cambio globalizado y sin restricciones que caracteriza las
últimas décadas.
Daniel McGroarty,
director de Recursos Americanos y presidente de la compañía minera
estadounidense Rare Earths, se refirió a una reflexión hecha hace 200 años por
Adam Smith, padre ideológico del libre mercado, que dice que cuando se habla de
ítems estratégicos como la tela y la pólvora, “puede no ser siempre prudente
depender de nuestros vecinos para su suministro”.
Los metales de tierras raras son para el mundo
moderno lo que la tela y la pólvora eran para la Inglaterra del siglo 18, dice
McGroarty, explicando la preocupación del Departamento de Defensa.
“Pienso que perdimos la perspectiva del elemento
geopolítico y estratégico que hace que los países intervengan en la industria
por ventajas que no son meramente económicas”, dijo McGroarty en una entrevista
telefónica. “Pienso que simplemente no lo vimos. Y ahora, que ya lo vemos, la
situación ha cambiado drásticamente”.
Hace dos décadas, según McGroarty, el mercado de
tierras raras fue dividido entre Estados Unidos y China. “Ahora se convirtió en
algo extraordinariamente desequilibrado”, con China produciendo más del 90% del
suministro de tierras raras.
El Departamento presenta cada dos años su Informe
de Materiales Estratégicos y Críticos en Requerimientos de Reserva. En el pasado
era evidente el predominio de China en el espacio de metales de tierras raras,
pero no se evidenciaban las preocupaciones actuales.
Según la sección de asesoramiento estratégico de
riesgo en el Apéndice 12, a la posibilidad de que China corte la exportación de
tierras raras le fue asignada una probabilidad media de solo 4%, aunque con
consecuencias funestas. “Las pérdidas del producto bruto interno serían altas, y
las consecuencias se extenderían sobre un plazo significante”, cita el
informe.
“Las consecuencias económicas de la guerra con
China están altamente basadas en la mutua dependencia entre los dos países.
Militarmente, el conflicto sería violento, pero rápido; y nosotros sacaríamos lo
mejor de ello, al menos dentro de los diez años que vienen. Políticamente,
habría una pérdida de credibilidad de ambos lados, dado que fallaron en prevenir
la guerra. Las interrupciones del comercio tendrían también grandes
consecuencias políticas internas en China”, continúa el informe.
El escenario donde China corta las exportaciones
de algunos minerales clave por un año, “en un esfuerzo para coercer y castigar a
Estados Unidos…así como subir los precios de los productos básicos”, es para
considerarlo, ya que habría un déficit de 1.200 millones de dólares por los 72
minerales en discusión.
Complicando el asesoramiento, está la a veces
azarosa y fragmentada naturaleza de cómo las tierras raras se obtienen en China:
en el sur del país, se cree que decenas de miles de toneladas de tierras raras
son extraídas, refinadas y exportadas por una caótica cadena de operadores
mineros clandestinos, pues ninguno de ellos figuran en los libros oficiales. El
estimado de esa actividad ilegal varía entre 10.000 a 40.000 toneladas métricas
por año.
En la altura de su producción, Molycorp, una
minera estadounidense de elementos de tierras raras que fue golpeado fuertemente
por los precios ultra bajos, dijo que planeaba producir 20.000 toneladas
métricas en 2012. Esto significa que el componente de suministro secreto de
China es tan grande como el doble del suministro total de EE.UU., lo que sirve
para ilustrar la oscura y potencialmente volátil naturaleza del suministro
chino.
“Pienso cuán nervioso puede poner eso a un
planificador del pentágono”, agrega McGroarty.
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