Dos recolectores de setas españoles
descubren una mina de oro de la época romana que podría ocupar 150 hectáreas y
aún contendría el mineral.
El hallazgo tuvo lugar en Galicia, en el noroeste
de España, entre las localidades de Foz y Barreiros, según el periódico español
‘El País’.
Durante su última excursión a la zona de Foz, dos
vecinos de la comarca de A Mariña se toparon casualmente con un parapeto
paralelo a un foso.
Al otro lado del foso se levantaba otro parapeto,
seguido nuevamente de un foso, y así sucesivamente.
La fortificación parecía excesiva y Manuel
Miranda, uno de los buscadores de setas, volvió a casa intrigado por el
descubrimiento.
Al repasar la toponimia de la zona, que contiene
nombres como Rego Grande, Pozo Mouro, Quebradoiro, Cal, Furada, Piego, Meixador,
etc., el misterio empezó a desvelarse.
“Nos dimos cuenta de que muchas de estas palabras
hacían referencia al agua, a las conducciones, a los pozos… y que eso tenía que
indicar algo”, explicó Miranda.
Sospechando que se trataba de una mina, los
recolectores de setas se pusieron en contacto con Santiago Ferrer, uno de los
mayores expertos en yacimientos romanos de Galicia, y le enviaron una vieja
foto.
La respuesta fue rotunda: se trataba de una mina
de oro romana, con canales, balsas y depósitos para el lavado y la decantación
del mineral.
A juzgar por imágenes sacadas desde el aire, la
extensión del yacimiento podría ser enorme, de hasta 150 hectáreas.
La actividad pudo desarrollarse, como en el resto
de las minas romanas, del siglo I al III. “Entonces, todas se abandonaron”,
explica Santiago Ferrer. Pero añadió: “No, no fue porque se acabase el oro. El
oro todavía sigue estando”.
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